jueves, 17 de mayo de 2007

Si Juan pudiera...




Correr por la explanada con el corazón vibrante y reír hasta ahogarse en esa risa franca del hombre sincero.

Bailar al compás de una melodía cualquiera bajo el rayo de luna, de esa luna a la que tanto escribe.

Pasear por la playa sin preocupaciones, ni deseos inconclusos, sólo el vaivén de las olas como música para una vida plena.

Parar frente a un espejo de agua cristalina y mirar su cara y reconocerse feliz y grato, agradeciendo lo que hay y sin pedir nada.

Dormir en paz, aprovechando la noche para un descanso reparador y trasmutando a su cuerpo la maravillosa naturaleza de un espíritu diáfano que no conoce dobleces, ni desdenes, ni llantos…