viernes, 26 de diciembre de 2008

El horizonte es el mar


Con una alegría interior,
miro el desgarrante mundo,
ajena, disonante...
La agitación externa se topa con la paz del alma,
parece indiferencia,
pero no...
Es aceptar lo que nos toca sin mohínes de descontento,
sin rebeldías que inundan de ira la placidez del devenir...
El paisaje del mar,
me detiene...
Intensa filigrana de azules
y de verdes,
pincelada divina
que apropio en esta infinidad de la mirada...
El movimiento eterno del mar me paraliza,
es como una foto con alma,
dentro de este cuerpo no hay nada de quietud.
Corre la sangre,
brama el corazón,
respira el cuerpo para retener el alma...
Pero el alma vuela...
Vuela...
Vuela...

1 comentario:

Gerardo Omaña Márquez dijo...

Como un delfin husmeante de recodos
llego a estas letras maravillosas que me inundan en la inmensidad de tu oceáno.
Me llevo frases en los bolsillos para mitigar momentos.
Precioso escrito.
Besitos para tu alma.